martes, 8 de enero de 2019

Malditos bulos

De un tiempo a esta parte no paran de llegarme bulos de todo tipo y calidad. Muchos de estas "fake news" van dirigidas hacia el gobierno de Pedro Sánchez y también se centran en los temas azuzados últimamente por la derecha española: inmigración, violencia de género, independentismo... Esto no es algo nuevo, desde siempre se han difundido falsos mensajes para debilitar al de enfrente, al enemigo de turno. El problema ahora es la capacidad de influencia que tienen en la opinión pública gracias al poder de dispersión que tiene internet. Y, como dicen que dijo Göbbels, el ministro nazi, "una mentira repetida mil veces se convierte en verdad".

Los bulos son de lo más variado, aunque los que recibo en los últimos meses suelen golpear, con muy mala baba, a los inmigrantes en particular. Hace poco me llegó uno que decía que los marroquíes (todos ellos, fíjate qué listos y malévolos) ponían denuncias falsas de maltrato y que, así, sin más, recibían, por obra y gracia de este gobierno izquierdista y populista, una paguita para toda la vida con la que se retiraban a vivir del cuento a su país. No entiendo cómo no vienen nuestros vecinos africanos de millones en millones a por su trozo del pastel de nuestro generoso estado del bienestar.


También me enviaron uno, recientemente, en el que la emprendían contra las asociaciones feministas, hablando de una trama que, con la ayuda del PSOE, distribuía entre ellas miles de millones de euros provenientes de Europa. Para justificarlo, una tabla de cutre diseño con el supuesto dinero ingresado por una serie de asociaciones que, misteriosamente, no llegaba a los 10 millones de euros si lo sumabas todo. No especificaba por qué ese dinero era ilegal, según ellos. No detallaba en qué se había gastado. No citaba fuentes. Periodismo del bueno, vamos.

Por lo visto, uno de cada tres bulos está relacionado con la salud, uno de los temas más buscados en internet. El más famoso es, quizás, el que relaciona, desde hace años, las vacunas con el autismo, algo que ha sido desmentido en repetidas ocasiones por científicos de todo el mundo, pero que sigue provocando que cada vez haya más niños sin vacunar.

Los bulos, al final, no son inocuos, hacen daño, se convierten en realidad y cambian el comportamiento de la gente que se los cree. Están ganando elecciones y creando epidemias de enfermedades que creíamos desaparecidas. Están generando odio, violencia y xenofobia. Por eso, difundirlos no sale gratis.

Yo, por la parte que me toca, intento desmentir los que me llegan, pero cada vez me da más la sensación de que es una labor inútil. Es evidente que el mensaje cala, sobre todo si lo diriges a la gente adecuada. Todos tendemos a creernos los mensajes afines a nuestra forma de pensar, a nuestra ideología, y no comprobamos la veracidad de los mismos. Yo lo hago, en la medida que puedo, y comparto la información. La respuesta habitual de la persona que me ha enviado el bulo es un encogimiento de hombros acompañado de un "algo tendrá de verdad". Y a otra cosa mariposa. Así nos va.

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