miércoles, 4 de enero de 2012

Idolatrías

Hoy, mientras me desinformaba con el telediario de la primera, me he enterado de que operaban a la presidenta argentina, Cristina Fernández (no me gusta eso de que se coja el apellido del marido, así que lo omito, que para eso es mi blog) de un cáncer de tiroides. Lo que me ha llamado la atención no ha sido que el hospital elegido para tan magno evento sea privado, a esto ya nos tienen acostumbrados nuestros mandatarios de lo público, sean de izquierdas o derechas, sino la vigilia que decenas de jóvenes han organizado en las horas previas frente al edificio donde transcurría la operación. A mi padre lo operaron de lo mismo este verano, pero se tuvo que conformar con su familia y algunos de sus amigos, el pobre.

Siempre se han producido idolatrías, supongo que desde que el hombre es hombre. Por miedo, por ignorancia, por anhelo, tendemos a necesitar de figuras con un cierto halo divino, que nos protejan de las miserias del día a día, que nos guíen en este mundo tan impredecible. Esto podía tener su utilidad en épocas en las que había un gran desconocimiento sobre el planeta que habitamos y la vida era una continua incertidumbre. Tener a alguien como ídolo podía calmar las almas de mucha gente, con lo que se evitaban posibles conflictos y se conseguía una cierta estabilidad.

Lo curioso es que este fenómeno tan antiguo, no sólo no ha desaparecido en la era de la información y las nuevas tecnologías, sino que está en plena expansión. Nunca antes en la historia de la humanidad habíamos sabido más y mejor sobre el mundo que nos rodea. Nunca había habido un acceso a toda esta información y conocimiento acumulados a lo largo de los siglos tan sencillo y universal. Sin embargo, y no sé por qué motivo, se idolatra con un fervor inusitado. Ya no hace falta que seas un chamán con poderes curativos, ni un gran estratega militar, ni un gran literato. Basta con que los medios te eleven al altar de los ídolos y allí estarás, en el olimpo de los elegidos por el pueblo. Políticos de cejas sorprendentes, cantantes con tirabuzones, futbolistas de gesto enfadado, príncipes casamenteros, entrenadores de verbo violento, princesas del pueblo... Todos son idolatrados si los medios así lo deciden, sin que nadie cuestione su mérito. Y con la misma rapidez, los mandan al limbo del olvido.

Lo peor de todo esto es que, una vez en el selecto grupo de los idolatrados, estos personajes pueden hacer o decir lo que les dé la real gana. Nadie va a atreverse a decir que se equivocan, que están metiendo la pata. Todos les aplaudirán. Siempre con el permiso de los medios, eso sí. La presidenta argentina ha conseguido seguir con la senda de crecimiento económico que emprendió su marido, no le voy a quitar el mérito. Pero de ahí a convertirla en un personaje casi divino al que adorar hay un gran trecho. Aquí pasó con Zapatero en los primeros años de su gobierno, entre sus correligionarios. También con Aznar entre los suyos. Y también pasa con Mourinho en el Madrid. Y con Guardiola en el Barcelona. Y ahora con los mercados, a los que se adora con igual fervor sin que ninguno de los gobernantes del mundo occidental cuestione sus actuaciones.

Lo malo de estas idolatrías mediáticas es el poder inusitado que dan a los adorados, que actúan como si tuvieran un mandato divino, como si no pudieran equivocarse. Espero, por el bien de los argentinos, que su presidenta salga del hospital sana y, sobre todo, un poquito más humilde.

2 comentarios:

  1. Dani:
    Si en los siglos pasados el "opio del pueblo era la religión" (que lo sigue siendo en los países subdesarrollados), en los desarrollados es la televisión. Todo fenómeno de masas ha sido y sigue estando manipulado por el poder. Ahora la consigna es meter miedo a la gente para que se pueda acometer reformas que sólo interesan a unos pocos. Por cierto, lo de la presidenta de Argentina, su partido político tiene una sección juvenil que la sigue a todos los actos con banderas y fanfarria (son integrantes de su partido), por lo que no es de extrañar que hicieran esa vigilia como otra estrategia publicitaria.
    Mucha suerte, amigo
    Antonio Calvo

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    1. No sabía lo de la sección juvenil, pero no me extraña. Gracias, Antonio, por tus comentarios. ¡Eres un crá!

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