lunes, 27 de febrero de 2012

Musicoterapia

Como estoy un poco harto de noticias negativas, de sustos económicos y de reformas justas, necesarias y beneficiosas, hoy he decidido escribir sobre algo positivo que ví ayer en la tele. Estaba yo medio traspuesto en el sofá disfrutando de una siesta para recuperarme de las riquísimas migas con que nos había regalado mi padre cuando empezó el programa En Movimiento Con en esa cadena que todo el mundo ve, pero que tiene una audiencia paupérrima (La 2). En este programa se muestran iniciativas solidarias a través de la mirada de un personaje famoso y de un ciudadano desconocido, anónimo o como se le quiera llamar. En esta ocasión hablaron de dos proyectos: la Fundación CRAM, que se dedica a la rehabilitación y recuperación de animales marinos en Barcelona y el uso de la musicoterapia en el Hospital Sant Joan de Déu, también en Barcelona.

El proyecto de la Fundación CRAM me pareció estupendo, muy interesante, pero el que más me llamó la atención fue el de la musicoterapia del Hospital Maternoinfantil Sant Joan de Déu de Barcelona. Mediante este proyecto, en colaboración con la Asociación de Musicoterapia Ressó, el hospital quiere favorecer, en los niños enfermos, la comunicación, el aprendizaje, la movilidad y la expresión, a la vez que mejorar sus condiciones físicas y psíquicas durante el tiempo de su ingreso.
 
 Hay muchísimas definiciones de musicoterapia, pero la que me más me ha gustado es ésta: "tratamiento o curación gracias a la combinación de sonidos". La musicoterapia no es un tratamiento alternativo, sino complementario. Puede tratar muchas dolencias, como el autismo, el alzhéimer, la neurosis, las enfermedades terminales... De este modo, para el insomnio, en vez de tomarte un Clonazepam puedes escuchar cualquiera de los Nocturnos de Chopin. Si lo que tienes es hipertensión te pueden venir bien las Cuatro Estaciones de Vivaldi. Si lo que sufres es un dolor de cabeza, no hay nada mejor que escuchar la Serenata de Schubert... ¡Qué bonito sería salir de la consulta médica con un CD en vez de con una receta!

En el programa En Movimiento Con se ve cómo a una madre que sostiene en sus brazos a su bebé prematuro se le ilumina la cara al ver llegar a dos musicoterapeutas con sus instrumentos y sus ganas de curar con sus canciones. O como un niño con un problema en el colon espera con una mezcla de nervios e ilusión en su estómago y con un xilófono en su regazo la llegada de estas dos colaboradoras del hospital para repasar la lección que le pusieron la semana anterior. 

Tal y como se explica en la web del hospital, "actualmente son numerosas las publicaciones médicas y del ámbito de la psicología, que demuestran los beneficios de la incorporación de la música en el proceso terapéutico en su sentido más amplio, no sólo directamente sobre los niños, sino también en los familiares y profesionales. La música tiene un poder evocador, favorece la imaginación y la visualización de experiencias vividas, mejora el estado de ánimo, facilita la relajación y, en definitiva, promueve una experiencia positiva de los sentidos".

En este mundo tan individualista y medicalizado, es inspirador y esperanzador ver iniciativas como ésta, que demuestran que no todo se resuelve con pastillas y máquinas, que el contacto y la relación con nuestros semejantes no sólo es beneficioso, sino que es necesario para nuestro bienestar físico y mental. Los hospitales no pueden limitarse al tratamiento puramente médico, sino que deben velar por el bienestar del paciente, tanto físico como psíquico, promoviendo un ambiente sano y alegre. Seguramente con esto se ahorrarían mucho en gasto farmacéutico, ahora que están tan de moda los recortes y la austeridad. Yo, personalmente, intentaría aplicar un poco de músicoterapia en algunos ámbitos políticos y judiciales que parecen estar, últimamente, un poco enfermos...

miércoles, 22 de febrero de 2012

La estupidez humana

En la National Geographic de febrero (versión en inglés) hay una noticia en la que se habla del aumento en los robos de cuernos de rinocerontes en museos europeos a lo largo de 2011. Parece ser que, desde que circulan por Asia rumores que dicen que estos cuernos curan el cáncer, su valor se ha disparado en el mercado negro hasta igualar al del oro o la cocaína, y, como consecuencia, ha habido un aumento importante de los robos de cuernos de ejemplares disecados en museos de toda Europa. De hecho, en algunas ocasiones no se han conformado con cortar el cuerno, sino que se han llevado la cabeza completa, que puede llegar a pesar más de cien kilos. Así que muchos museos se han visto obligados a sustituir los ejemplares disecados por imitaciones, para evitar males mayores. Uno de ellos es el Museo-Acuario de la Universidad de Lieja, en Bélgica, donde un cartel informa a los visitantes de que el rinoceronte que están viendo es una imitación, "debido a la estupidez humana".


La estupidez humana tiene muchas variantes, puede ser congénita, puede ser debida a la educación recibida, pero quizás uno de los elementos creados por el hombre que más estupidez genera es el dinero. En el caso que nos ocupa, a nadie se le ocurriría la estupidez de entrar en un museo para robar un cuerno de rinoceronte si no le dieran un pastizal por ello. Pero hay infinidad de ejemplos parecidos. Por dinero participa la gente en algunos concursos televisivos que atentan contra su dignidad de forma palpable. Por dinero se metieron los Estados Unidos con algunos otros países amigos en la guerra de Irak. Por dinero estarían dispuestos Esperanza Aguirre y Artur Mas a aceptar las rocambolescas y abusivas condiciones que impone el magnate americano Sheldon Adelson para instalar su macrocomplejo de casinos Euro Vegas.

Vivimos en una sociedad en la que el dinero ha pasado de ser un medio de pago a convertirse en un codiciado bien en sí mismo. La afición de muchos inversores y especuladores al papel moneda nos ha llevado a la crisis económica en la que estamos sumidos y de la que no saldremos si el dinero no vuelve a su papel original, de medio de pago, con una economía real detrás que lo sustenta. Desgraciadamente, no parece que la mayoría de nuestros políticos y gobernantes se estén enterando de esto. ¿Será, quizás, que la estupidez humana es contagiosa? Chi lo sa...

jueves, 16 de febrero de 2012

Las dos Españas

Siempre me ha llamado la atención la pervivencia de las llamadas dos Españas a lo largo de los dos últimos siglos de nuestra Historia. Aunque los generalismos siempre son inexactos y, en algunos sentidos, peligrosos, suelen partir de una cierta verdad y, es evidente, que en la España, digamos, moderna, ha habido siempre una gran polarización en los temas más diversos: religiosos contra ateos, conservadores contra liberales, monárquicos contra republicanos, merengues contra culés... No somos, desde luego, maestros del término medio ni del respeto al contrario. No entendemos de relativismos. Somos expertos en el "o conmigo o contra mí".

Me produce tremenda tristeza ver cómo, hoy en día, después de tantas idas y venidas, del daño que ha hecho en nuestro país esta polarización endémica, seguimos con estos dos bandos más enfrentados que nunca. Y eso a pesar de que tenemos acceso a la mejor información que se ha tenido nunca sobre el tema, como para no incurrir en los mismos errores, con los medios que tenemos a nuestra disposición a través de internet, principalmente.

Hace tiempo que decidí no hablar de política con nadie a no ser que estuviera seguro de que mi interlocutor era capaz de escuchar opiniones contrarias o distintas a las suyas, no con tolerancia (esto implica una postura superior), sino con respeto. Hoy en día, en esta democracia tan libre y participativa que tenemos, esto es tremendamente complicado, sino imposible. Si criticas el cheque bebé de Zapatero, eres un pepero. Si no te molesta el matrimonio gay eres un izquierdoso. Partidos como UPyD no pueden existir, no tienen sitio en esta España dual, porque su color depende del cristal con que se mira (azul si el que mira es de izquierdas, rojo, si es de derechas).

Sin embargo, hay momentos en los que esta polaridad se disipa. Nuestros partidos mayoritarios, junto con algunos nacionalistas, entran de repente en una especie de equilibrio cósmico que hace que olviden sus ancestrales diferencias y voten al unísono. Y suele ser siempre en los mismos casos: en los de tocamientos de bolsillos propios. La última vez ha sido esta misma semana. PP, PSOE y CIU se han puesto de acuerdo para votar en contra de la propuesta de UPyD para limitar las pensiones de que disfrutan los expresidentes del Gobierno y hacerlas incompatibles con honorarios privados (leer más).

Está claro que, si queremos, nos ponemos de acuerdo. Lo triste es que, en esta España campeona en paro, en fraude fiscal y en políticos de rostro pétreo (por duro), nuestros gobernantes sólo lo hacen en todo lo que al mantenimiento de sus privilegios se refiere. Son la nueva nobleza y no quieren perder su modus vivendi. Aunque de nobles, tienen poco.

martes, 14 de febrero de 2012

Deportividad a la española

La semana pasada asistimos a uno de esos arrebatos de indignación española a la que nos tienen acostumbrados muchos medios de descomunicación de nuestro país, acompañados, esta vez, de la mayoría de los partidos políticos y de algunos deportistas de poca cintura humorística. Algunos de nuestros queridos vecinos franceses, campeones en lanzamiento de fruta desde camión, arremetieron, humorísticamente hablando, contra la, según ellos, laxa política de control antidopaje que rige en nuestro país. La respuesta de nuestros patrios medios de descomunicación no se hizo esperar: "Envidia cochina", respondieron en Marca, "Lo han hecho de mala fe", dice Nadal, "Intolerable", opinó el ministro Wert.

Los españoles somos, en general, muy aficionados a la crítica y al cachondeo hacia los demás, pero lo llevamos muy mal cuando el objetivo somos nosotros. Y cuando se nos toca la patria en su conjunto, olvidamos nuestros hechos diferenciales, arqueamos la espalda y empezamos a soltar espuma por la boca. Las federaciones piden una respuesta institucional, la Embajada española en París ha protestado formalmente, el Sevilla F.C. contesta con un "Liberté, Egalité...Superioridad" en sus camisetas...  Como decía un periodista el otro día en el diario El País, esto no es patriotismo, es patrioterismo.

El humor es crítica, ironía, mofa hacia cualquier cosa, persona, cultura, hecho, y esto conlleva que, a veces, con más o menos gracia, nos toque a nosotros. Y ya que presumimos de ser tan limpios y deportivos en nuestros triunfos, seámoslo también con los guiñoles franceses, aunque sean tan sólo unos muñecos de goma en un canal privado de audiencia limitada. Ayer lo dijo muy bien el humorista Goyo Jiménez en un programa de la televisión: lo que tendríamos que denunciar no es la acusación encubierta de dopaje a todo el deporte español, sino la poca gracia del chiste en sí.


Los franceses no se caracterizan, precisamente, por su sentido del humor universal. Nunca entendí dónde estaba la gracia de tirar la fruta de los camiones españoles cada vez que llegaban a la frontera de los Pirineos. Pero al humor hay que responderle con humor. Ataquemos recuperando nuestros guiñoles (¡Cuánto los hecho de menos!), encarguemos parodias a los Morancos, que El Jueves dedique un número especial a los franceses, y también un programa entero José Mota. Pero no nos parezcamos a aquéllos que se indignaron con las caricaturas de Mahoma en un diario danés en 2006, exigiendo su retirada inmediata. Quiero creer que somos mejores que eso.

martes, 7 de febrero de 2012

Palabras

Cuando era más joven y peinaba más pelo y menos canas tendía a tener mucha fe en las palabras, en su significado. Me tomaba bastante en serio todo lo que me decían. Si un amigo me decía que me iba a llamar por la tarde, me tiraba toda la tarde pendiente del teléfono. Si alguien me decía "a ver si nos vemos este fin de semana", contaba con ello y no organizaba nada alternativo, por no fallar. Si quedaba con alguien a las diez, allí me plantaba, a las diez en punto. Poco a poco, con el paso de los años, me he ido dando cuenta de que es muy posible que ese amigo termine no llamando, de que ese alguien no quede conmigo en todo el fin de semana y de que lo más probable es que ni a las diez, ni a las diez y cuarto ni a las diez y media haya nadie.

Vivimos en un país, sobre todo en su mitad Sur, en el que la palabra ha pasado a tener una función más de adorno que de otra cosa. Hoy en día la utilizamos para aparentar que somos puntuales, que nos acordamos de los amigos, que somos de izquierdas o de derechas... sin importarnos que luego los hechos desmientan nuestros dichos. Por aquí por mi tierra, por Andalucía, hay mil ejemplos. "A ver si nos vemos" puede significar "lo más seguro es que no te llame en años". "Luego te llamo" se puede traducir en un "tengo que hacer mil cosas y si me queda algo de tiempo a lo mejor te llamo, si eso". "Quedamos de nueve a nueve y media" se convertirá, seguramente, en "bufff, no creo que llegue antes de las diez".

Muchos políticos y gobernantes parecen expertos en este atraco colectivo al significado de las palabras, convirtiéndose en auténticos fieras del dondedijedigodigodieguismo. Nuestro actual y mariano presidente dijo que no iba a subir los impuestos y es lo primero que ha hecho en cuantito ha llegado al trono del poder. El exexcelentísimo y despilfarrador exalcalde capitalino y actual Ministro de Justicia califica de progresista el volver a una ley de 1985 que limita la decisión de las mujeres sobre sus actos. El iluminado presidente anterior negó la existencia de la crisis hasta que ésta le estalló en la cara. La automovilística alcaldesa de Valencia se querelló contra un periódico por decir que aceptaba bolsos de lujo como regalo y ha acabado reconociéndolo como si la cosa no fuera con ella. El partido que se autodefine como de los obreros celebra su último congreso en un hotel de cinco estrellas, a todo confort.

Y con los móviles esto no ha hecho más que empeorar. Expresiones como "estoy saliendo", "llego en cinco minutos", "no me llegó tu sms", "no ví tu llamada", se han convertido en habituales habitantes de nuestras conversaciones, aceptadas por todos como carentes de significado, como una manera cómoda y fácil de hacer mutis por el foro ante el incumplimiento de la palabra dada.

Me acuerdo mucho de una vez que mi padre me dijo que el lenguaje es el sistema de comunicación menos imperfecto que conocemos, y que, por tanto, tiene sus limitaciones. Si nos dedicamos a dejarlo sin significado, a desvestir a las palabras de su verdadero contenido, será difícil que lleguemos a entendernos y a tomarnos en serio. Todo esto hace que la sociedad en que vivimos sea más desconfiada, menos responsable, más egoísta. Estaría bien que recuperáramos las palabras en todo su significado. Que llamáramos después de un "luego te llamo". Que llegáramos a las diez si hemos quedado a esa hora. Que nos viéramos si hemos dicho "a ver si nos vemos". Viviríamos, entonces, en un mundo mucho mejor que éste.


miércoles, 1 de febrero de 2012

No vengas mañana

No vengas mañana. Con una frase parecida despidieron a mi novia hace ya casi dos años. Despido improcedente, admitido por la empresa, con la indemnización correspondiente. Pero no nos desviemos: ésta es una historia rocambolesca que se merecería otra entrada. No, esta vez no le ha tocado a ella. Ni tampoco es que hayan despedido a nadie en su empresa,  no. Supongo que es casi peor. En la empresa iba a entrar una nueva empleada, pero, después de haber superado el engorroso proceso de selección, con sus entrevistas, tests psicotécnicos y demás, y acariciando ya el tan ansiado primer día en su nuevo trabajo, recibió la fatídica llamada: no vengas mañana.

El motivo es muy sencillo: el famoso Real Decreto Ley 1/2012 que suprime las primas a las renovables y que, de hecho, paralizará su desarrollo en España. Gracias a este oportuno Real Decreto, la empresa ha tenido que cancelar todos los proyectos futuros que tenía planificados y, por tanto, todas las incorporaciones que tenía previstas. 

Parque eólico de Calahorra (Granada).- M. ZARZA (El País)
Los políticos de este país, y de tantos otros, son muy rápidos a la hora de firmar este tipo de leyes que recortan, suprimen o prohíben, sin pensar en las consecuencias directas que pueden tener para el ciudadano. Y si no, que se lo digan a los niños que van a recibir vales de comida en Grecia porque, gracias a los recortes del 60 % en el presupuesto de educación, no tienen nada que comer en todo el día en sus colegios. Se supone que las leyes están hechas para ayudarnos en nuestro día a día, regulándolo para evitar el caos. Se supone que deben, en último término, beneficiarnos. Cuando nos perjudican, los políticos se refugian en la excusa del bien común, de la macroeconomía, de problemas estructurales... Eso que se lo expliquen a la persona que iba a entrar en la empresa de mi novia.

Seguramente se había hecho ilusiones, había trazado planes: me hacen un contrato de un año, si lo hago bien, me harán indefinida en poco tiempo, a ver si el año que viene podemos hacer ese viaje que llevamos tanto tiempo planeando, en un par de años podré quedarme embarazada... Seguramente llevaba tiempo buscando, enviando cientos de currículums, ofreciéndose en decenas de empresas, haciendo diversos cursos para ampliar su formación. Probablemente había tenido días malos, había llegado a desesperarse. Y justo el día antes de empezar una temporada de una cierta tranquilidad, de una mínima seguridad, se topa con la realidad de un país en el que los políticos que nos gobiernan han perdido toda empatía con los ciudadanos a los que se supone que deben proteger, todo contacto con la realidad, no viendo más allá de las grandes cifras, de todo lo que empieza por macro. Se topa con que una ley aprobada por detrás, sin consultar a las partes implicadas, le impide el acceso a un empleo de un día para otro.

Me gustaría decirles algo a estos gobernantes que no paran de jodernos la vida con la excusa de que son medidas necesarias, de que no hay otro remedio. Hace tiempo que han dejado de merecer mi admiración y respeto. Ya no me interesan. No me sirven. Así que, por favor, no vengan ustedes mañana.