martes, 14 de febrero de 2012

Deportividad a la española

La semana pasada asistimos a uno de esos arrebatos de indignación española a la que nos tienen acostumbrados muchos medios de descomunicación de nuestro país, acompañados, esta vez, de la mayoría de los partidos políticos y de algunos deportistas de poca cintura humorística. Algunos de nuestros queridos vecinos franceses, campeones en lanzamiento de fruta desde camión, arremetieron, humorísticamente hablando, contra la, según ellos, laxa política de control antidopaje que rige en nuestro país. La respuesta de nuestros patrios medios de descomunicación no se hizo esperar: "Envidia cochina", respondieron en Marca, "Lo han hecho de mala fe", dice Nadal, "Intolerable", opinó el ministro Wert.

Los españoles somos, en general, muy aficionados a la crítica y al cachondeo hacia los demás, pero lo llevamos muy mal cuando el objetivo somos nosotros. Y cuando se nos toca la patria en su conjunto, olvidamos nuestros hechos diferenciales, arqueamos la espalda y empezamos a soltar espuma por la boca. Las federaciones piden una respuesta institucional, la Embajada española en París ha protestado formalmente, el Sevilla F.C. contesta con un "Liberté, Egalité...Superioridad" en sus camisetas...  Como decía un periodista el otro día en el diario El País, esto no es patriotismo, es patrioterismo.

El humor es crítica, ironía, mofa hacia cualquier cosa, persona, cultura, hecho, y esto conlleva que, a veces, con más o menos gracia, nos toque a nosotros. Y ya que presumimos de ser tan limpios y deportivos en nuestros triunfos, seámoslo también con los guiñoles franceses, aunque sean tan sólo unos muñecos de goma en un canal privado de audiencia limitada. Ayer lo dijo muy bien el humorista Goyo Jiménez en un programa de la televisión: lo que tendríamos que denunciar no es la acusación encubierta de dopaje a todo el deporte español, sino la poca gracia del chiste en sí.


Los franceses no se caracterizan, precisamente, por su sentido del humor universal. Nunca entendí dónde estaba la gracia de tirar la fruta de los camiones españoles cada vez que llegaban a la frontera de los Pirineos. Pero al humor hay que responderle con humor. Ataquemos recuperando nuestros guiñoles (¡Cuánto los hecho de menos!), encarguemos parodias a los Morancos, que El Jueves dedique un número especial a los franceses, y también un programa entero José Mota. Pero no nos parezcamos a aquéllos que se indignaron con las caricaturas de Mahoma en un diario danés en 2006, exigiendo su retirada inmediata. Quiero creer que somos mejores que eso.

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