martes, 17 de enero de 2012

La culpa es de la lluvia

La culpa es de la lluvia. Bueno, más bien de la falta de ella. Esto es, más o menos, lo que dijo la excelentísima alcaldesa de Madrid, señora Botella de Aznar, aquél que reivindicaba su derecho a la barra libre automovilística, cuando le preguntaron el otro día por la alta contaminación del aire de Madrid en el comienzo de este recién estrenado 2012.  Según Ecologistas en Acción, el pasado 11 de enero se superaron los límites legales de dióxido de nitrógeno para todo 2012 (ver artículo en 20 minutos) en la capital de España. Según  la señora Botella, la culpa es de la falta de lluvia. No de los coches. Ni de los autobuses. Ni de los taxis. De la lluvia.

No sé si la señora Botella le da mucho a la ídem: la pobre lluvia hace lo que puede y ejerce su limpiadora labor cuando puede o le dejan. Lo que sí sé es que practica un deporte muy arraigado en nuestro país: el culpabilismo. En la piel de toro somos muy dados a buscar culpables y chivos expiatorios para justificar todo tipo de actuaciones o sucesos de dudosa moralidad. Y siempre se buscan enfrente, nunca en el bando propio. ¿Que Valencia está al borde de la quiebra después de 16 años de gobierno del PP? La culpa es de Zapatero, por no haber puesto límite al déficit. ¿Que Cataluña tiene uno de los mayores déficits de las comunidades autónomas? La culpa es de España, por incumplir el Estatut. ¿Que los bancos están arruinados por los impagos en las hipotecas y los créditos a las promotoras? La culpa es de los ambiciosos y despiadados ciudadanos que compraron viviendas que estaban por encima de sus posibilidades.

En el pueblo donde vivo, Mairena del Aljarafe, en el área metropolitana de Sevilla, ha aparecido hace poco un cartel enorme en el que se culpa a la Junta de Andalucía del retraso en unas obras que llevan meses paradas. El Ayuntamiento está gobernado por el PP. La Junta, ya sabemos por quién. Curiosamente, el gobierno anterior, del PSOE, no tuvo mayores problemas con el retraso. Éste de ahora, sí. Me gustaría saber qué haría el mismo Ayuntamiento en el caso de que el eterno candidato Arenas ganara las elecciones en marzo. Bueno, en realidad lo sé perfectamente. Le echaría la culpa a la lluvia.


Un país en el que se practica con tanta asiduidad el deporte del culpabilismo es un país en decadencia, de moral laxa, en el que sólo se buscan los culpables en el bando contrario, mientras que en el propio, sólo existen elogios, o silencio, cuando el asunto es tan evidente que no es posible taparlo con acusaciones a los de enfrente. A mí, lo que me gustaría realmente es que se dejara de buscar culpables y pasáramos a lo importante, que es encontrar a los responsables. Al culpable se le perdonan sus pecados. El responsable debe pagar por los delitos cometidos. 


A la señora Botella, le pediría que cree una comisión de investigación de esas que les gustan tanto a los políticos para que dilucide quién es el responsable de la emisión de gases contaminantes a la atmósfera de Madrid, porque sospecho de unas máquinas de cuatro ruedas que sueltan humos de olor pestilente por unos tubitos que tienen en los bajos de su parte trasera. Aunque, vistas las investigaciones patrocinadas por el partido de la señora Botella de Aznar, a lo mejor nos sorprendemos y de la investigación resulta que la culpa es de la lluvia. O del chachachá. A saber.

1 comentario:

  1. Dani, la culpa es tuya por pensar. Si no pensaras serías el ciudadano ejemplar, no te meterías en problemas, vivirías en tu propia ignorancia y serías más feliz. Ese es el ideal de los políticos. Como dice la canción de encabezado de "El Larguero", que se puede extrapolar a este caso: "el lobito está cobrando, los borreguitos pagando".

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