jueves, 25 de febrero de 2016

Historias no tan lejanas

"El día 9 de febrero de 1.939, al amanecer, se nos informó en nombre de la Comandancia Militar de que Menorca se había rendido, al tiempo que se informaba que los que quisieran podrían abandonar la isla a bordo de un barco. Regresé a Alaior a recoger a mi esposa para ir después a Comandancia, donde nos hicieron una especie de pase o salvoconducto y mi esposa y yo acudimos al puerto de Mahón, donde hicimos cola para tomar ese barco que no llegó en todo lo que quedaba del día 9 y en la noche del 9 al 10. Estuvimos casi 24 horas en el muelle, esperando a que viniera este barco. En el puerto había gente de todas las edades y condiciones, unos llenos de maletas, otros casi con lo que llevaban puesto. Entre todos destacaba un maestro zapatero, ducho ya en viajes emigratorios, que tan solo llevaba un cajón y que al sorprender mis miradas de extrañeza me explicó que confiaba que donde llegáramos alguien habría con necesidad de que le confeccionaran un par de zapatos y que en el cajón llevaba todas las herramientas necesarias para este menester."

Así describe mi abuelo en sus memorias su intento de ir al exilio al rendirse la isla de Menorca al ejército de Franco en el invierno de 1.939. Mi abuelo nunca nos habló de la guerra, algo que siempre me sorprendió, dado que desde adolescente había sido activista político y llegó a ser teniente del ejército republicano durante la guerra civil. Sus memorias fueron publicadas después de su muerte, en 2.001, y al leerlas me enteré de cuál había sido su experiencia en la guerra y en los años que pasó en prisión después.

Cuando leí el capítulo en el que explica su fallida huída de la isla ya rendida a los franquistas me quedé estupefacto. Al barco, al final, sólo subió gente con buenas conexiones en las altas esferas de la sociedad menorquina, así que a mi abuelo, zapatero de profesión, le tocó quedarse en tierra. Me lo imaginaba allí, en el puerto de Mahón, pasando frío, con la humedad calándole hasta los huesos, pero con la esperanza de un futuro en algún y lejano lugar, con su mujer, mi abuela, a su lado, dándole fuerzas en esos difíciles momentos. No podía imaginarme, ni si quiera ahora, cómo tuvo que ser su regreso a su casa, a pesar de que lo describe en el libro. Cómo, después de esperar casi un día entero, a la intemperie, el barco del que depende tu futuro, tu vida, tienes que regresar a tu casa, donde lo más seguro es que te espere la muerte.

Instalación con chalecos salvavidas del artista chino Ai Weiwei en Berlín.
Mi abuelo pensó incluso en pegarse un tiro, pero al final le pudo la cobardía, tal y como el lo describe, y decidió vivir, aunque fuera en una España franquista, con toda la dignidad que pudiera. Lo condenaron a muerte, pero, por carambolas del destino, le conmutaron la pena por cadena perpetua. Tras cinco años en la cárcel, lo indultaron. Y aquí estoy yo.

Mi abuelo, dentro de las penurias que pasó, tuvo suerte, y pudo empezar de cero, rehizo su vida, y le fue bien. Siempre me pregunto qué habría sido de él y de mi abuela si hubieran pudido subir a ese barco. Y ahora que nos ha estallado en las puertas de nuestro paraíso europeo el "problema sirio", me acuerdo mucho de él. No me resulta algo tan lejano, a pesar de ocurrir a más de 4.000 km de distancia.Y me intento poner en la piel de esta gente, que lo único que intenta es vivir, con seguridad, con dignidad, algo que les han robado en su propio país. Qué sentirán al comprar los chalecos salvavidas en Turquía, antes de emprender ese peligroso trayecto hasta las islas griegas. Cómo será esperar en una playa desconocida, a oscuras, ateridos de frío, la llegada de un barco, o barca, que los llevará a ese futuro mejor. ¿Habéis viajado alguna vez en barco, de noche? Es estremecedor mirar ese todo negro que rodea el barco, que parece un pequeño corcho flotando casi en el vacío. Imaginaos cómo debe de ser en las cáscaras de nuez en las que llegan muchos de ellos.

Europa no está a la altura del problema. Parece que los derechos de los que presume y se enorgullece no van más allá de sus fronteras. Entiendo la dificultad y la magnitud del problema, pero con la inacción no se va a solucionar, eso seguro. Hay que ser valientes y solidarios. Más cuando desde 2.009 a 2.015, según el INE, emigraron 700.000 españoles. Españoles que han sido acogidos en los países a los que han emigrado, en los que han encontrado trabajo y un futuro mejor. Mi hermano es uno de ellos. España ha acogido, hasta la fecha, a 18 sirios. Sin comentarios.


lunes, 15 de febrero de 2016

Titiritando

Parafraseando al gran Jordi Évole, me he quedado "titiritando" con todo el jaleo de los titiriteros. Pensaba yo que la democracia, el sistema que se supone garantiza una cierta libertad a sus ciudadanos, estaba plenamente asentada en nuestro país. Pero hace ya algo más de una semana, me entero de que han detenido y metido en la cárcel a dos titiriteros por enaltecimiento del terrorismo. Aquí, en nuestro demócrata y europeo país.

Como me quedo un poco a cuadros, esto parece una historia de Gila, y no entiendo muy bien lo que ha pasado, me pongo a investigar. Primero busco "titiritero" en el diccionario de la RAE, porque no sabía yo que seguían existiendo. Dice "Persona que maneja los títeres". Como no tengo muy claro lo de títere, también lo busco, por confirmar. Y dice "Muñeco que se mueve por medio de hilos u otro procedimiento". No me queda clara la diferencia entre marioneta y títere, según esta definición, pero eso ya daría para otro artículo.

Sigo investigando, a ver si me entero de lo que ha pasado. Voy a ver de qué iba la tan peligrosa obra como para meter en la cárcel a sus dos autores e intérpretes durante cinco días. Como en lo que explican en su web no entran en demasiados detalles, recurro a la prensa escrita. Por lo que puedo leer, la obra se basa en el "Retablillo de San Cristóbal", de Federico García Lorca. En esta obra los muñecos protagonistas son Don Cristóbal y Doña Rosita. El primero necesita dinero para casarse, por lo que se hace pasar por médico para robar el dinero al primer enfermo que llega. No parece muy infantil, pero por lo visto lo es y forma parte de un género conocido como "títeres de cachiporras" que hunde sus raíces en la Edad Media.

Sigo con mi ardua investigación y llego al argumento de la obra en cuestión, en el Huffington Post:
"Una bruja, está en su casa y su vida es interrumpida por la aparición del ‘propietario’, que decide aprovecharse de la situación para violar a la bruja. La bruja mata al propietario en el forcejeo. Pero queda embarazada, y nace un niño. Entonces aparece el muñeco de la monja, que intenta llevarse al bebé. Pero la bruja se resiste y, en el enfrentamiento, la monja muere. Surge entonces la Policía, que golpea a la bruja hasta dejarla inconsciente y luego construye un montaje para acusarla ante la ley, colocando la famosa pancarta de ‘Gora Alka-ETA’ sobre su cuerpo. El juez llega entonces y condena a muerte a la protagonista. Pero, al final, la bruja engaña al juez, que mete la cabeza en su propia soga. Al final, la bruja acaba ahorcando al juez para salvar su propia vida."

Total, que al terminar de representar la obra, llega la policía, avisada por algunos padres, responsables y temerosos, y los detiene por "enaltecimiento del terrorismo". Ahora vuelvo a la RAE y busco "enaltecimiento". Me dice que, básicamente, es "manifestar aprecio o admiración" por algo. Ahora creo que tengo la información que necesito, así que voy a recopilar, a ver si saco algo en claro. Unas personas que manejan muñecos que se mueven por medio de hilos u otro procedimiento, representan una obra basada, según ellos, en otra del gran Federico, en la que un policía-títere le coloca una pancarta de juguete en la que a duras penas se puede leer "Gora Alka-ETA" a una bruja, también títere, para endiñarle un marrón (endiñar está en el diccionario, por cierto). Al terminar la representación, llega la policía, la de verdad, también con sus cachiporras, y detiene a los titiriteros por enaltecimiento del terrorismo.

Joder, qué lío. ¿Quién fue el artista que contrató a estos artistas para una representación infantil? Los artistas, ¿no veían que tenían delante un público infantil? ¿no podían avisar a los padres antes de empezar? La policía, ¿detuvo a los artistas porque no podía detener a la policía-títere? ¿no sabía a quién detener? El juez ¿no tenía nada mejor que hacer que meter en la cárcel a estos tipos? ¿tenía miedo de que la bruja estuviera montando una célula terrorista detrás del telón de su pequeño teatrillo?

Lo peor de todo no es que hayan detenido a los titiriteros. Lo peor es que lo han podido hacer con la ley en la mano. Una ley hecha por partidos que siguen ganando elecciones. Enaltecimiento del terrorismo me parece una causa demasiado vaga e interpretable, como para detener a cualquiera. Y es muy peligroso disponer de leyes tan arbitrarias que justifican que cualquier cosa que huela a terrorismo es motivo para meter en la cárcel a cualquiera, aunque sea de forma preventiva. Además, le pese a quien le pese, el cartelito formaba parte de la ficción. Si en una obra hay una violación, no se puede detener a su autor por "enaltecimiento de la violencia". Si fuera así, Tarantino llevaría décadas enchironado. Para más inri, me encuentro con personas a mi alrededor, de buena familia y formación, que han sufrido la dictadura de Franco en sus carnes, a las que todo esto no les parece una barbaridad. Dicen que los titiriteros se lo han buscado. Les parece bien esta "presunción de culpabilidad". "¿Y si el juez ha pensado que podían tener relación con el terrorismo islamista?", me han llegado a decir. Y se quedan tan panchos.

La obra en sí me parece una estupidez tremenda. Y no se me ocurriría llevar a mi hija a verla. Pero si hubiera estado allí, tampoco habría ido a la policía. Habría bastado con llegarme al Ayuntamiento a presentar una queja. Aquí se presenta ya denuncia por cualquier cosa. Y así están los juzgados. La libertad de expresión es un tesoro que nos ha costado mucho conseguir y que podemos perder en un abrir y cerrar de ojos. Y para mantenerla, no queda más remedio que aguantar algunas salidas de tono, algunas ofensas. Si nos ponemos a detener a gente porque han dicho algo que nos ha ofendido, no habrá sitio en las cárceles de este país para tanto ofensor. Supongo que el límite está en la ofensa o la descalificación personal, aunque esto  también es difícil de delimitar. En cualquier caso, estoy seguro de que el gran Gila habría flipado con todo esto. Y se habría currado un pedazo de monólogo hablando con la bruja. Por lo menos nos habríamos reído.

viernes, 5 de febrero de 2016

O todos o ninguno

"O todos o ninguno". Éste es el título de un interesantísimo artículo que leí en El País el pasado domingo 31 de enero. Hablaba sobre un tema que genera posiciones contrapuestas en esta sociedad de frentes en la que desgraciadamente vivimos: el sexismo en el lenguaje. En el artículo, el catedrático de Lengua Española de la Universidad Autónoma de Madrid y miembro de la RAE, reflexiona sobre la "solución" a que se ha llegado para evitar el sexismo lingüístico mediante la duplicación de los sustantivos en masculino y femenino. Los ya manidos y ubicuos "todos y todas", "nosotros y nosotras", que toman formas extrañas e impronunciables como "nosotr@s" o "todxs" y llegan a la insólita, con perdón, estupidez del "nosotras" para referirse tanto a féminos como a féminas.

Lo siento mucho si alguien se ofende. Algunos me llamarán retrógrado, pero vengo de una casa donde, en las comidas, el debate muchas veces versaba sobre cosas como el "derecho canónico" o si era más correcto "jaguarzo" que "juargazo", y las reuniones solían acabar con mi padre diccionario en mano para comprobar si tal o cual palabra era correcta. Para que me entendais, os pongo en situación. Mis padres,  o mi padre y mi madre, para no ser sexista, filólogo y filóloga. Mi padre, un obseso y gran amante del lenguaje y de su etimología. Hablante de cinco idiomas, con más o menos nivel. Un gran conocedor del latín, que incluso cantaba. Lo normal para mí era verlo gritándole a la tele porque algún presentador había soltado un "de que" o un "deber de" erróneamente. O porque había dicho "a día de hoy", cuando en español bastaría con decir "hoy", sin tener que recurrir a una traducción literal del francés "aujourd´hui". Ahora, sin él entre nosotros, parece que algunos de sus hijos lo hacemos de vez en cuando frente a la pantalla plana. Qué cosas.

Los que abogan por esta "igualdad lingüística" desconocen por completo cómo funciona el español. Confunden "sexo" con "género lingüístico". "Gente", que es femenino, incluye a hombres y mujeres y niñas y niños por igual. "Mano" es femenino, pero termina en "o", que se asocia al género masculino, y no parece perturbar a estos integristas del lenguaje sexualmente correcto. Las formas del tipo "presidente", "docente" o "residente" son participios activos que actúan como sustantivos de género neutro. El "residente" es aquél que reside. Igual que la "residente" sería la que reside. Sin embargo, en algunos casos, se ha optado por "feminizar" la palabra, como en "presidenta". Pero se mantiene en otros muchos, como "residente", "docente" o "paciente", donde parece que no molesta la ausencia de "a" al final de la palabra.

Los partidarios de este nuevo español igualitario dicen que así se contribuye a la igualdad en nuestra sociedad. No veo yo ésto, si cuando el que acaba de dar un discurso lleno de "nosotros y nosotras" y de "todos y todas", vuelve a casa, se pone las zapatillas y le pregunta a su mujer, que acaba también de volver de trabajar, "¿qué hay de cena?" mientras se tumba en el sofá y coge el mando de la tele.  Pretender que el lenguaje cambie a la sociedad es apuntar muy alto. Los idiomas no son más que el reflejo de cómo viven las personas que los hablan, de su cultura, de su convivencia, de su visión del mundo que les rodea. Y los idiomas tienden, además, a economizar, de ahí el uso en el castellano del masculino plural para incluir a personas de distinto sexo.

Nunca, en mi vida, y ya estoy en la cuarentena, he sentido que un "nosotros" o un "vosotros" discriminara a nadie. Siempre hemos sabido a quién se refería el interlocutor. Ahora, cuando los más modernos usan el "nosotras" mi primera reacción es "de mí no están hablando". Me chirría. Me da un poco de risa. Y todavía no he visto a nadie, absolutamente a nadie, que sea capaz de mantener un discurso entero usando la duplicación del sustantivo en masculino y femenino. Siempre terminan diciendo "los trabajadores" o "los ciudadanos". Es decir, que usan el masculino plural como neutro para referirse a un conjunto de personas. ¿Está la solución en usar el femenino plural? No lo creo, al final estás haciendo lo mismo que estás criticando. ¿Cuajará este lenguaje más allá de los círculos públicos e institucionales? No lo veo. Los españoles y las españolas tendemos a ir por libre, a ser muy díscolos y díscolas, a no hacer caso de las obligaciones. Y, como dice el autor del artículo, ya que se ponen con el discurso lingüísticamente igualitario, que lo hagan en todo el discurso. O todos o ninguno.

La discriminación por sexo no es culpa del castellano y sus peculiaridades lingüísticas. Dejémoslo, pues, que siga cómodamente repantingado en su sillón orejero, evolucionando al ritmo pausado pero constante de la historia. La igualdad es otra cosa. Igualdad con I mayúscula sería, por ejemplo, que Susana Díaz se hubiera podido coger la baja de cuatro meses de una forma totalmente normal. O que su marido se la hubiera cogido, para que ella pudiera haberse incorporado a su trabajo sin más problema. O que a los políticos, y me refiero a los hombres, se les preguntara también, con naturalidad, por cómo combinan su estresante labor con las labores del hogar. O que no haya diferencias en los salarios por razones de sexo. Y todo esto no tiene nada que ver con el lenguaje. No maten al mensajero.

Ah, y lo siento, si he ofendido a alguno o alguna.