martes, 28 de abril de 2020

No todas las pandemias son iguales

En un año la Enfermedad ha contagiado a 228 millones de personas en todo el mundo. La mayoría de los casos se han dado en Europa, unos 213 millones de personas, o el 93 % de todos los contagiados. La mitad de todos los casos se ha concentrado en seis países: Alemania (25 %, unos 57 millones de personas), Reino Unido (12 %, 27 millones ), Italia (5 %, 11 millones) y Francia, España y Polonia (4 % cada uno, 9 millones).

Unas 405.000 personas han muerto por la Enfermedad en todo el mundo, en un año. De estas, un 67 %, 272.000 personas, han sido niños menores de 5 años. El 94 % de las muertes se ha producido en Europa, 380.700 personas en total.

En un año, 11 millones de embarazadas han estado expuestas a infección por la Enfermedad, lo que ha dado como resultado unos 872.000 niños con bajo peso al nacer.

Enfermedades cardiovasculares: Seis signos inesperados de ...

En un año se han destinado 2.700 millones de dólares para luchar contra la enfermedad en todo el mundo. Se estima que se necesitaría el doble para progresar en la lucha contra ella. El presupuesto de los 20 equipos de la Liga de Fútbol española fue de más de 3.500 millones de euros en la temporada 2018/2019.

La Enfermedad no preocupa al resto del mundo, dado que apenas afecta a otros continentes. La Enfermedad no copa los titulares de los medios, no llena, hasta el empacho, los telediarios. No ha paralizado ligas de fútbol, ni ha cerrado cines, ni ha cancelado conciertos.

Las víctimas de la Enfermedad son enfermos de banquillo, muertos de segunda categoría, que no importan a casi nadie.

Para terminar, os invito a un juego: sustituid Enfermedad por Malaria y Europa por África. Y Alemania, Reino Unido, Italia, Francia, España y Polonia, por Nigeria, Congo, Uganda, Costa de Marfil, Mozambique y Níger. Y después, repetid conmigo: "no todas las pandemias son iguales, no todas las pandemias son iguales"...

Datos obtenidos del "Informe mundial sobre paludismo 2019" de la OMS. Para los de la ESO, paludismo=malaria.

martes, 7 de abril de 2020

El show del miedo

Desde que nos encerramos, o mejor dicho, nos encerraron en casa, hace ya 24 días, me he acordado mucho de la película "El show de Truman". Estoy un poco alucinado con lo fácil que es coger a 47 millones de personas, decirles que hay un bichito por ahí que hace mucho daño y que nos tenemos que quedar en casa para combatirlo, hasta que ellos digan. Un bicho que no vemos. Unos daños que, la mayoría, no vivimos, más que a través de los medios.

No estoy quitándole hierro al asunto, en absoluto. Vaya por delante que creo que la amenaza es real, y que, más o menos, estamos haciendo lo correcto, con más o menos exageración, con más o menos acierto. Hay que evitar, sobre todo, el colapso del sistema sanitario, para que las muertes sean las mínimas posibles. Por supuesto. Pero, aunque quieran hacernos creer lo contrario, esto no es una guerra. Cuando uno va por la calle a comprar, a la farmacia, al médico, no se ven carros de combate, ni soldados apostados detrás de una metralleta, ni heridos, ni muertos. De hecho, se percibe una tranquilidad que casi relaja. Los problemas que tenemos en el confinamiento, muchos de nosotros, no van más allá del aburrimiento. Tenemos nuestras necesidades básicas bien cubiertas. Abrimos el grifo y sale agua. Nos duchamos con agua caliente y podemos alimentarnos con normalidad. Los que realmente sufren están en los hospitales, en las residencias de ancianos, en algunas casas.

Sin embargo, viendo las noticias, escuchando la radio, leyendo los periódicos, pareciera que estuviéramos en medio de una plaga bíblica, que lo ocupa todo. No hay nada más: el coronavirus manda en nuestras vidas. Ya no hay guerra en Siria, no hay malaria en África, el Rey emérito no ha estado robándonos durante Dios sabe cuántos años, el cambio climático ya no va a matar a millones de personas... No le quito hierro, repito, al tema, pero me da mucho que pensar la trascendencia que ha tomado el asunto, si es realmente merecida, si es el problema más grave al que se enfrenta ahora la humanidad. Así que, para acercarlo un poco a mi día a día, y poder entender si el miedo que mucha gente le tiene al virus tiene realmente sentido, he investigado un poco, planteándome la siguiente pregunta: cuando salgo de casa cada día, ¿de qué es más probable que pueda morir?

Lo primero que hice fue intentar recabar datos sobre nuestro país, pero, sorpresa, hay poca cosa, así que lo intenté en el mundo anglosajón, y ¡voilà! en EEUU sí que hay estudios sesudos sobre el tema. En ourworldindata explican cuáles son las causas de muerte más probables en el país: enfermedades cardiovasculares (31,57 %), cáncer (24,47 %), demencia (9,05 %), enfermedades respiratorias (6,89 %)... Resumiendo, el 90 % de las posibles causas de muerte son enfermedades no contagiosas. En la misma web se puede ver que, en España, dos tercios de las causas de muerte son cubiertos por las enfermedades del corazón y el cáncer, o que es 10 veces más probable que mueras por suicidio que por homicidio.

Otra cosa curiosa que he encontrado en esa misma web es la diferencia que hay entre las causas de muerte reales, las que más preocupan a la gente (y buscan en Google) y las que tratan los medios. Como podéis ver en la imagen, hay grandes diferencias.

Causes of death in usa vs. media coverage

Las causas de muerte son las que ya hemos visto. Sin embargo, a los estadounidenses, por lo menos a los que usan Google, lo que más les preocupa es el cáncer y los accidentes de tráfico, ocupando el terrorismo una nada desdeñable posición entre sus cuitas. Pero, adivinad qué es lo que más preocupa a los medios: ¡el terrorismo! Seguido de los homicidios. Las referencias a las enfermedades del corazón, son testimoniales. En España los datos son similares, como se puede ver en este artículo de Público

Cambiando un poco de tercio, en cuanto a causas de muerte, ¿sabías que, según el Consejo de Seguridad Nacional, en EEUU es más probable que mueras en una caída que en un asesinato, ahogamiento o accidente de moto? ¿sabías que hay sesudos estudios sobre la probabilidad de muerte en una escalera? Pensadlo bien, antes de no usar el ascensor...

Tras esta profunda y concienzuda investigación he llegado a la conclusión de que, cuando salimos de casa, deberíamos estar más preocupados por que nos pueda dar un infarto o por que de repente nos diagnostiquen un cáncer, probablemente provocado por el aire que respiramos cada día. Sin embargo, ahora estamos todos con el maldito coronavirus en la cabeza. Bueno, más bien, nos lo están metiendo con calzador. Y me preocupan los daños colaterales.

El primero, y de vital importancia, es la crisis económica que va a provocar este parón en la actividad, y ahí no voy a entrar. Se lo dejo a los expertos. Otro daño colateral son las enfermedades que ya no interesan a los medios. La investigación en sida, tuberculosis o malaria, las tres enfermedades que más afectan a África, se está viendo afectada porque la mayoría de los recursos se están destinando ahora al bichito que vino de Wuhan. Allí, y también aquí, en Europa, mucha gente con otras enfermedades está dejando de ir al hospital, por temor a contagiarse, con el consiguiente peligro para su salud. Y podría seguir.

Hace poco escuché en la radio que hablaban de un tuit que había escrito el fotoperiodista Manu Brabo, que decía algo así: "Siria, un contagiado, 500.000 muertos". Creo que describe perfectamente el estado de confusión y desinformación que estamos viviendo. El show del miedo que tienen montado. Que da audiencia. Que vende periódicos. Que, para algunos políticos desalmados, compra votos.

Muchas veces me pregunto por qué tanto miedo a la muerte, por qué ese tratarla como si fuera algo ajeno a la vida, para qué tantas precauciones, tantos análisis, tanto médico, si luego muchos se dedican a darle años a la vida más que vida a los años, como dijo una vez Serrat, creo. Os cuento un secreto, yo no le tengo miedo, la veo como la última etapa de la vida, y ya está, poco más. Me da miedo que duela, o que llegue lenta y me haga sufrir. Pero soy plenamente consciente de ella, y de que la vida es finita. Y por eso intento disfrutar de lo que tengo, sin esclavizarme al futuro. Recuerdo, en los últimos años de vida de mi padre, que yo aprovechaba cada oportunidad que tenía para irme con él a buscar setas, aprovechando que no tenía trabajo. Sabía que ya le podía quedar poco y disfruté cada viernes con él, que era el día micológico por excelencia. Cuando se murió, podría haberme despedido de él, como en las películas. Pero la realidad fue bien distinta. No existió esa charla emotiva. Sin embargo, estaba tranquilo, en el sentido de que había disfrutado de su compañía, de nuestras conversaciones, de él, mientras vivió.

Espero que esta situación sirva a muchos para ser más conscientes de la vida, para vivir en el hoy, y no en el mañana. Para disfrutar de lo que tienen, de lo grande, de lo pequeño. De su familia, de sus amigos, de su salud, de lo que realmente les guste. Espero, aunque mucho lo dudo, que no triunfe, una vez más, el show del miedo. Y cuidado con las escaleras.