viernes, 3 de febrero de 2017

El maná del empleo

Ya llegó el maná del empleo a Carmona, como caído del cielo. Esta vez es de la mano de la multinacional de la logística GEFCO, que se instalará, según el Ayuntamiento de la ciudad, en las próximas semanas en el Parque Logístico, como anunció el alcalde, Juan Ávila, en su twitter el pasado 24 de enero.

Poco a poco, el Parque Logístico de Carmona se va llenando de empresas, y esto es una buena noticia, indudablemente. De lo que quiero hablar, es de la propensión, cada vez más acusada, de nuestros políticos a vendernos como algo positivo e incuestionable, la llegada de multinacionales a nuestros pueblos y ciudades. Crean empleo, dicen. Traen riqueza, aseveran. Pero, ¿alguien hace un cálculo real del beneficio para la localidad de la instalación de este tipo de empresas? ¿Cuántos empleos crean entre los vecinos? ¿Son temporales? ¿Indefinidos? ¿A cuánto ascienden los sueldos?¿Qué parte de la riqueza de dichas empresas revierte en beneficio de la comunidad local? ¿Son mejores estas multinacionales que las pymes locales?

Hace tiempo leí un libro del urbanista canadiense Charles Montgomery, Happy City (Ciudad Feliz), en el que en uno de los capítulos hace un análisis de una situación parecida en una pequeña ciudad de los Estados Unidos. La ciudad en cuestión es Asheville, en el estado de Carolina del Norte. A principios de este siglo, se encontraba en pleno proceso de revitalización de su centro histórico, donde se estaba intentando crear una zona llena de pequeños negocios locales. El debate que había en el Ayuntamiento era sobre la posibilidad de seguir con esa política o de optar por promover la instalación de grandes superficies en la ciudad. Para ello, Joseph Minicozzi, arquitecto residente en Asheville calculó la rentabilidad por superficie ocupada de las dos opciones, igual que se haría con una superficie agrícola, en la que se podría hablar, por ejemplo, de kgs de tomates por hectárea cultivada.

En el caso de una superfcie urbana, el cálculo sería trabajos e impuestos recaudados por superficie ocupada. Minicozzi comparó un edificio del año 1.923 de seis plantas del centro de la ciudad que se había rehabilitado para alojar tiendas, oficinas y viviendas con un hipermercado Walmart que existía en las afueras de la ciudad. Mientras que el edificio rehabilitado ocupaba una superficie de unos 1.000 m2, el Walmart ocupaba, parking incluído, casi 140.000 m2. En impuestos municipales, el hipermercado dejaba poco más de 11 € por m2 al año, mientras que el viejo edificio ingresaba en las arcas municipales, sólo en impuestos de bienes inmuebles, casi 76 € por m2 al año. En otras palabras, el Ayuntamiento de Asheville ingresó 7 veces más impuestos por m2 de suelo urbano del centro de la ciudad que por m2 de suelo en las afueras.

Cuando Minicozzi hizo el cálculo de la densidad de empleo, la diferencia fue aún más patente: los negocios del viejo edificio empleaban a 14 personas. Esto no parece mucho, pero si lo calculamos por superficie, serían unos 18 empleos por 1.000 m2, mientras que el Walmart de las afueras de la ciudad habría creado tan sólo 1,48 empleos por 1.000 m2 ocupados. El arquitecto ha hecho este estudio en otras ciudades de los Estados Unidos, encontrando resultados parecidos.

Estamos más que acostumbrados a oír a nuestros gobernantes hablar de las multinacionales que se instalan en nuestro país como si fueran ese Dios que enviaba el maná a los israelitas en su travesía del desierto. Pero en vez de pan, lo que nos cae del cielo son empleos. A Ikea le quieren hacer una circunvalación a medida en Sevilla. Porque crea empleo. A las empresas interesadas en el puerto se les hace una esclusa carísima y sobredimensionada. Porque crean empleo. En Cádiz se construyen barcos militares para dictaduras de Oriente Medio sin que nadie alce la voz, ni siquiera los más progres antimilitaristas. Se crea empleo, al fin y a al cabo.

Pero nadie se pregunta, cuántos empleos, ni de qué calidad. Nadie analiza cuánta riqueza real queda en esas localidades que casi regalan suelo y edificios a estas gigantescas multinacionales que, por otra parte, se llevan la mayor parte de sus beneficios a opacos paraísos fiscales. Nadie las compara con la riqueza que crean las pymes, que se queda, casi toda, en el pueblo, en la ciudad. Las peluquerías, las papelerías, los bares, las tiendas de informática, los estudios de arquitectura... Que dan trabajo a personas del lugar. Que pagan impuestos en nuestros ayuntamientos. Que dejan sus beneficios donde tienen la actividad. Esas sí que son maná para nuestra tierra.