miércoles, 7 de febrero de 2018

Turismo de calidad

Terminó FITUR hace ya un par de semanas y no deja de sonar en mi cabeza una frase muy repetida por nuestros políticos, los rojos, los azules, los naranjas. Los de la izquierda, los de la derecha, los indeterminados. La frase terminaba, su comienzo variaba, más o menos con las siguientes palabras "turismo de calidad".

Tenemos que atraer un turismo de calidad. Lo que interesa ahora es el turismo de calidad. La calidad en el turismo es lo que más nos importa. Y yo me dije, cuando los oí, ¿y qué será eso del "turismo de calidad"?

Investigando, profundizando y escuchando a nuestros políticos, rojos, azules, morados, me dí cuenta de que no se atrevían a hablar claro, pero creo que entendí el mensaje. Turismo de calidad = gente con pasta. Básicamente. Hablando en plata. Gente del taco. Gente de posibles. Gente de cuentas holgadas. Gente con su dinero en los paraísos. Fiscales, claro está.

Y no puedo estar más de acuerdo. Ya está bien de mochileros y perro-flautas que nos invanden nuestras sevillanas calles con sus liendres y malos modales. No queremos más limpiadoras de Reino Unido paseando nuestros magníficos Alcázares. Que no vengan más obreros alemanes, que lo único que hacen es beber cerveza barata.

Lo que queremos es que nuestro peatonal centro se llene de bolsos de Gucci y Louis Vuitton. De mujeres con zapatos de 200 € y 10 cm de tacón que se dejen sus venerables dineros en El Corte Inglés. De hombres que vacíen su abultada cartera en Robles, o en el Hotel Alfonso XIII. Basta ya de gente tiesa y maloliente, que no tienen ni para unos buenos carabineros, como debe ser.

Que dejen de venir a nuestra señorial ciudad en esos aviones irlandeses que parecen latas de melva en aceite de oliva. Con sus mochilas del Decathlón, y sus chándales de mercadillo. Queremos gente que vista de Adolfo Domínguez, Armani o Dolce&Gabbana. Nada de Zara o H&M. Y, por favor, los que compren en Primark, que ni piensen en venir por aquí.

Sevilla, Andalucía, se merece mucho más. Los que, por flojos y poco soñadores, no han podido pasar de clase media, que se queden en casa. Haber luchado más, que el capitalismo ofrece oportunidades para que todos seamos del taco. Que se vayan de vacaciones al parque. Que pasen el verano en la piscina municipal. Que organicen una excursión al campo, con sus mantitas y sus bocadillos envueltos en papel de aluminio. Pero que no se les pase por la cabeza si quiera coger un avión. Aquí, en Andalucía, tierra de acogida donde las haya, nos merecemos a la gente de parné, con estilo, con caché. Ni más, ni menos.

Aporofobia: odio, miedo, repugnancia u hostilidad ante el pobre, el que no tiene recursos o el que está desamparado.