miércoles, 5 de diciembre de 2018

Responsabilidad

A raíz del resultado de las elecciones andaluzas del pasado domingo vengo leyendo estos días, además de artículos apocalípticos sobre la irrupción de la ultraderecha en las instituciones, multitud de textos, más o menos afortunados, en los que se analizan sesudamente las causas que nos han llevado a esta situación. Unos hablan de descontento de la sociedad con la clase política. Otros de la creciente desigualdad provocada por una crisis que sigue muy viva en nuestra comunidad. Alguno le echa la culpa, directamente, a Pablo Iglesias (¿?).

Lo que más me ha llamado la atención es que no he leído, todavía, a nadie que hable de las personas que, con su voto, han colocado en el parlamento andaluz a 12 personas que militan en un partido que, además de no proponer nada concreto para la región, incluía en su programa ocurrencias de dudoso encaje constitucional y peligrosas consecuencias. Esos doce nuevos diputados autonómicos tomarán posesión de su escaño gracias a las decenas de miles de personas que les han votado. Punto. Igual que a Trump lo han llevado a la presidencia de los Estados Unidos sus votantes. Igual que a los ultraderechistas que gobiernan en Austria.


Vivimos en una época en la que, cada vez más, se nos exonera de la responsabilidad de nuestros actos. Como si fuéramos chiquillos tutelados por el Estado. La culpa es de los políticos. La culpa es de la educación. La culpa es de la situación económica... La cantinela es continua y persistente.

¿Qué ocurre? ¿Alguien nos obliga a meter la papeleta en el sobre a punta de pistola? ¿No sabemos leer y por eso no nos enteramos de lo que dice el programa de tal o cual partido? ¿No tenemos acceso, a través de internet, a cantidades ingentes de información?


El que vota es responsable de lo que vota. El que se queda en casa y engorda a la abstención, abarata el precio en votos de los escaños y favorece a los partidos pequeños, como VOX. Podemos echarle la culpa a Pedro Sánchez, Susana Díaz o Pablo Iglesias. O a Peppa Pig, si queremos. Pero la realidad es la que es, los partidos ganan o pierden, entran o salen, porque la gente les vota.

Hoy en día la inmensa mayoría de la ciudadanía vota con las entrañas, desde las tripas ideológicas más profundas. Sin pensar, sin analizar, casi como si, más que a un partido político, votaran a su equipo de fútbol. Y no piensan en las consecuencias. Se culpa a la clase política de la complicada situación en la que se encuentra nuestro país, pero nunca a los votantes que los han colocado en los distintos gobiernos que regentan. Se muestra a los políticos como una clase ajena, casi alienígena, capaz de lo peor, que nada tiene que ver con la sociedad a la que manejan, el pueblo cándido e inocente de todo. Y no es así, los políticos no son más que un reflejo de ella, de sus votantes. Y estos últimos tienen mucha culpa de dónde estamos. De mantener a los mismos en el poder autonómico durante casi 40 años, a pesar de que Andalucía sigue siendo una de las regiones más pobres de Europa. Y de proponer como solución a un partido claramente machista y xenófobo como VOX. También es su responsabilidad.

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