A lo largo del pasado 2019, Marina, que así se llama mi niña, recibió 2.280 gramos de chucherías. Gusanitos, aspitos, piruletas, gomitas, esponjitas, palomitas dulces, caramelos... De todo esto, calculo que un tercio proviene de la Cabalgata de Reyes. Sí, mea culpa. El resto, de las fuentes antes mencionadas. Toma niña, una piruleta. Guapa, si cenas bien, te doy unas gominolas. Tomad, niñas, que es martes, y los martes os doy chuches.
Según la gente de sinazucar.org, en 100 gramos de chuches hay unos 56 gramos de azúcar, lo que equivale a 14 terrones. Extrapolando esto a los 2280 gramos de nuestro "capital azucarado", nos salen 1276,8 gramos, unos 320 terrones de azúcar. Si los distribuyéramos en un año, saldría a casi uno al día. No parece mucho, pero lo es.
¿Qué hacer? ¿Me pongo el disfraz de Rottenmeyer y me dedico a rechazar todas las chuches que le dan? ¿Me erijo en el Batman de Chuche City para luchar contra los Jokers del azúcar? No sé, la verdad es que no tengo ni idea. Ahora bajaré a tirar los 2,28 kilos de chuches de 2019 para hacer sitio al par de kilos que hemos cogido en la Cabalgata de este año. Menos mal que a Marina no le gusta el dulce.
Tweet |
No hay comentarios:
Publicar un comentario