jueves, 16 de junio de 2016

El Imperio Gay

En la semana del superdewáter del lunes me he topado, en varias ocasiones, con protestas cibernéticas contra un cartel en el que aparecían dos imágenes de sendas vírgenes dándose, con perdón, un buen morreo. El cartel, colocado en las redes sociales por la organización política Endavant, integrada en la CUP, convoca a una manifestación del orgullo gay, que tendrá lugar el sábado 18 de junio en Valencia. Para los que no lo hayáis visto, en el cartel se ve a la Virgen de Montserrat besando en los labios a la de los Desamparados, y un lema que dice, traducido al castellano, "Contra la sagrada opresión: ama como quieras". Nada más, para algunos. Y nada menos, para otros.

La reacción por parte de la Iglesia española ha sido rápida y rotunda. El polémico arzobispo Cañizares ha convocado un acto de desagravio, que no sé qué diantres significa, pero suena mal. Se ha invitado a los feligreses a "unirse espiritualmente", rezando el rosario y celebrando no sé qué misa votiva. Las redes arden con palabras como "profanación", "blasfemia" o "piedad popular". La Iglesia Católica en España clama por el respeto a la libertad religiosa y a la libre predicación del evangelio en una sociedad plural.

Curiosas palabras, más viniendo de una institución que, en sus más de dos mil años de historia no se ha caracterizado, precisamente, por el respeto a otras creencias o por el fomento de la libertad religiosa o por su trabajo en aras de una socidad plural. Y más curiosas aún después de las palabras del Arzobispo de Valencia en las últimas semanas, en las que ha soltado perlas como que "Una ideología de género se está difundiendo para destruir la familia", nos ha advertido de que esta ideología es una "amenaza contra la paz mundial y nuestra sociedad" y ha afirmado que en los últimos años "ha asistido a una importante escalada contra la familia por parte de dirigentes políticos, ayudados por otros poderes como el 'imperio gay' y ciertas ideologías feministas". Vaya prenda, ¿no?

Para más inri, me entero de que el pasado sábado, el Arzobispo de Sevilla, Juan José Asenjo, canceló un evento lúdico y de oración "por las víctimas de la exclusión" organizado por Cristianos LGBT de Sevilla (Ichthys). Otro prenda. Creo que el departamento de RRHH del Vaticano anda cortito de recursos.

No soy creyente, pero provengo de una familia de creyentes. Y prácticantes. No justifico, de ninguna manera, el cartelito de marras. Me parece de mal gusto y de provocación gratuita. Pero no deja de ser un cartel. Y la Virgen, que yo sepa, era una. Lo demás no son más que representaciones. Y se están besando. ¿Desde cuándo es malo un beso? ¿Qué le pasa a este tipo para ofenderse tanto por algo así? Lo que más pena me da de todo esto es que la Iglesia grita y vocifera ante este tipo de cosas, que no van más allá de la superficie, y se queda callada ante ataques que incitan al odio contra colectivos que, como los gays, siguen estando marginados en nuestra sociedad.

No soy creyente, pero conozco el Nuevo Testamento lo suficiente como para saber que el Jesús que sale en el libro sagrado de los cristianos se habría puesto, con total seguridad, de parte de los integrantes del "imperio gay". El látigo lo habría sacado, no lo dudo, contra el polémico Cardenal, al que habría llamado a consultas. Y también le habría dado una buena tunda al Arzobispo de Sevilla. Quizás por eso no soy creyente, porque, de haber un Dios, no permitiría este tipo de comportamientos. Señor Cañizares, Señor Ajenjo, que cada uno ame como quiera, que tengan hijos los que los quieran tener, y hagan bien su trabajo, que consiste, principalmente, en conseguir un mundo más justo y lleno de amor, como ustedes predican. Pero amor para todos. También para los gays.




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