lunes, 13 de noviembre de 2017

El futuro del pan tumaca

Por si hay algún lector catalán de El Grifo, cosas más raras se han visto, primero quiero aclarar que ya sé que no se escribe así, sino pa amb tomàquet, pero dado que el público de este medio es mayormente castellanohablante lo escribo como lo decimos en la península no catalana.

Sigo con un inciso culinario que me voy a permitir, dada la libertad con que nos regala el redactor jefe de este magnífico escaparate mediático que es este digno periódico local. Quiero aprovechar para deciros, queridos lectores, que la cosa esa que os ponen en los bares de por aquí, ese demoníaco tomate rallado en botes de ketchup, o en pequeños cuenquitos de duralex transparente, no tiene nada que ver con el pan tumaca original, maravilloso invento proveniente de la región rebelde de Cataluña. Ni tampoco ese sucedáneo de salmorejo que ponen en algunos sitios "modernitos". Y lo de las rodajas de tomate, mejor dejarlo para una buena hamburguesa.

Como bien explican en el blog culinario El comidista, el pan tucama original que gracias a mi menorquina madre he podido disfrutar desde que tengo uso de razón, comienza por un buen pan, de tipo payés, de estos que tienen huecos y espacios que serán colonizados en su momento por el aceite de oliva. Después, usando un tomate pequeño, tipo pera, muy maduro y cortado por la mitad, se restriega este como si no hubiera un mañana. Sí, he dicho restregar, pringándote bien los dedos, haciendo una buena carnicería con el tomate, retorciéndolo como si fuera una oreja de tu peor enemigo. Nada de rallar ni similares. Una vez tengamos el pan bien empapado en tomate, se sala y se riega con un buen chorreón de aceite. A partir de aquí, la imaginación al poder: un buen jamón o una buena sobrasada rematarán la faena con gran dignidad.

Y ahora, vamos al grano del asunto. ¿Qué es lo que me preocupa del futuro del pan tumaca? Pues veréis, no sé si lo sabéis, pero en estos días en los que la gran preocupación de los españoles es el Catalangate, se está celebrando en Bonn, la antigua capital alemana, la cumbre del clima COP23, donde se intenta convertir en realidad lo acordado en París hace dos años, con la lamentable ausencia de los EEUU. Sí, mientras el president cesado está de vacaciones en Bruselas, el cambio climático sigue su curso. Y afecta también a la molt honorable comunitat catalana.

Según el Tercer Informe sobre el Cambio Climático en Cataluña, elaborado por la Generalitat, la temperatura media ha aumentado en la comunidad desde 1950 a razón de 0,28 ºC cada década, especialmente en verano. Los días de frío y de nieve son cada vez menos. La temperatura del agua en la Costa Brava también ha subido. Las proyecciones de futuro siguen en la misma línea, con temperaturas en aumento y precipitaciones en descenso. Se espera también un aumento de las precipitaciones intensas en el comienzo del verano, con el consiguiente riesgo de inundaciones. También se prevé un aumento en el número de aludes y de su volumen, y en la duración de los períodos de sequía. Y un crecimiento de la erosión en las playas, debido al crecimiento del nivel del mar y al incremento de temporales marinos.

¿Y en qué afecta todo esto al pan tumaca? Pues no lo sabemos exactamente, pero podría ser que el tomate de untar, variedad pequeña, de 3 a 5 cm de diámetro, que se usa para elaborarlo, tuviera que cultivarse en los Pirineos, por ser imposible su cultivo en zonas más bajas. O a lo mejor habría que importarlo de los Países Bajos, cerca de la Bélgica que tanto ama el president cesado. Quizás haya que usar aceite de palma, en vez del de oliva, por no soportar los olivos catalanes los tórridos veranos que nos esperan.

Queridos indepes, estéis o no dentro del Estado Español, como decís vosotros, el cambio climático os afectará. La agresión del ser humano al medio ambiente no entiende de fronteras. No creáis que viviréis en una arcadia catalana, en la que permaneceréis ajenos a todos estos cambios, que, quién sabe, lo mismo obligan a vuestros payeses, indepes o no, a cultivar tomates en las faldas del monte Aneto. Yo os propongo seguir juntos e intentar velar por el futuro del pa amb tomàquet. ¿Qué os parece?

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