viernes, 29 de julio de 2016

A disfrutar

Hoy no tengo ganas de quejarme, ni de criticar, ni de hablar en negativo. Es viernes, hace calor, estamos en pleno verano y, hablando en plata y como dice mi suegra, "no tengo el coño pa ruidos", así que voy a escribir en positivo, que estamos en tiempo de vacaciones, a las que se les supone descanso y regocijo.

El otro día me topé, de casualidad, con una historia que me tocó la fibra, me removió el corazón. Todos relacionamos el surf con cuerpos cachas y fibrosos, jóvenes sanos y guapos, vidas desenfadadas y plenas. Jamás lo relacionaríamos con chavales con problemas como el autismo o la parálisis cerebral. Pues nada más lejos de la realidad.

Hay en Cádiz una asociación que consigue, mediante el surf, mejoras increíbles, tanto a nivel físico como mental, en chavales con discapacidades psíquicas de diversa índole. Supongo que esta "locura" no podía salir de otro sitio que la tacita de plata, llena de gente con inventiva acostumbrada a buscarse la vida con lo que tienen, que no es poco. Y lo que más tienen es mar.

La idea surgió hace diez años, de la mano de Jesús Borrego y Ana Gonzalo, que ya trabajaban con niños con autismo haciendo terapias en el agua. Como a los dos les gustaba el surf, se les ocurrió juntar su trabajo con su hobby, y de ahí nació Solo Surf, la entidad gaditana pionera en el tratamiento de estas afecciones usando el deporte de las olas.

Empezaron con un niño, Iker, a petición de su familia, que quería algo más que los tratamientos tradicionales. Estaba diagnosticado con "autismo severo", pero después de varios años de tratamiento su diagnóstico ha ido cambiando, a mejor. El surf les ayuda a mejorar en equilibrio, en el trato con otros niños, en manejar la paciencia...

La iniciativa de Solo Surf ha tenido mucha repercusión, incluso a nivel internacional, y está siendo replicada en otros puntos del planeta. Sus creadores no saben muy bien por qué funciona, en términos científicos, pero saben que el mar, el aire libre y el reto de cabalgar las olas ayudan a estos niños a mejorar su autoestima, para empezar. Lo demás, viene rodado.

Estamos en época de aburridas negociaciones políticas, de atentados y de cifras inasumibles de desempleo. Pero también de piscinas, playitas, cervecita fresquita, paellas y espetos. A pesar de todo, la vida sigue mereciendo la pena vivirla. Así que os quiero ver a todos asistiendo a un concierto nocturno en los jardines del Alcázar, o viendo una película que os perdísteis en cualquier cine de verano, bajo las estrellas, o marcándoos un baño a la luz de la luna en cualquier playa de Cádiz. Señoras, señores, a disfrutar, que es verano.


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