jueves, 21 de julio de 2016

El gilipoceno

Hace años que hay científicos que afirman que estamos en la era del Antropoceno, una época en la que la influencia del hombre se hace notar en la castigada superficie de nuestro planeta. Pero no. Señoras y señores, desde esta humilde columna semanal, el que la firma afirma que, desde ahora, hemos entrado en el Gilipoceno.

¿En qué me baso para semejante y taxativa afirmación? Pues veréis, queridos lectores. Llevo varios días dándole vueltas al tema, desde que ha aparecido el jueguecito ese que trae loco a todo el mundo, que consiste en cazar unos bichitos que se sobreponen al mundo real. Jueguecito que, sospechosamente, aparece en todos los telediarios y programas de radio, que supongo no pretenden hacerle publicidad a nadie. Jueguecito que no pienso nombrar, para no participar en la campaña de lanzamiento mundial.

Había oído estos días que unos se habían colado en un cuartel de la Guardia Civil, arriesgando sus cibernéticas vidas para cazar a estos irreverentes y coloridos bichos. Otros se habían internado peligrosamente en un túnel de la capital condal, habiendo recibido amonestación pública de los cuerpos de seguridad. Pero fue ayer cuando un hecho de estupidez suma me iluminó para alumbrar el nombre de esta nueva era. No sé dónde leí que un tipo de Nueva Zelanda había perdido la vida cayendo de un puente mientras jugaba al maldito juego. Parece ser que es un fake, pero podría ser verdad. ¿Por qué no? Hay gente que se ha roto huesos, gente que se ha ido del trabajo para poder jugar y también gente que ha sido atraída con estos bichitos a lugares solitarios donde han sido desplumados por cibernéticos amantes de lo ajeno.

Vivimos, desde hace años, en la época de las pantallitas. Lo miramos todo a través de una pantalla. En la consulta del médico nos entretienen con una pantallita por la que pasan publicidad de medicamentos. En el veterinario nos bombardean con posibles enfermedades de nuestras mascotas a través de la pantallita. De vacaciones, somos incapaces de dejar el móvil quieto y mirar la puesta de sol con nuestros propios ojos. A los niños les plantamos la pantallita a la primera de cambio, no vayan a molestar.

Hay que reconocerlo. Lo han conseguido. Han ganado. Nos han enganchado a las pantallitas y se están forrando con ello. Y ahora consiguen incluso que confundamos realidad y ficción. Dicen que el futuro está en la realidad aumentada. Este jueguecito, que está sacando a relucir lo más tonto de nuestra sociedad, no es más que un vagón que forma parte de ese tren. Un tren en el que no me quiero subir, porque creo que terminará descarrilando.

En cualquier caso, viendo el éxito que está teniendo el simplón jueguecito entre mis paisanos, entiendo muchas cosas que están pasando. Por qué ha ganado el PP. Por qué los del PSOE no se enteran de lo que está pasando y siguen en caída libre. Por qué Pablo Iglesias sigue siendo el líder de Podemos, cual Moisés del siglo XXI, habiendo gente en su partido más moderada y preparada. Por qué el Riverita ya no sabe si es del Barça o del Madrid. Y lo que es peor, le da igual. Por qué sigue Sálvame después de tantos años en antena. Así nos va.

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